Con tinta azul y pintalabios rojo, las cosas se escriben mejor.

Me voy a saltar el “hola” y todos los convencionalismos que nunca han encajado con nosotros.

Paso directamente al ven, VEN Y QUIÉREME.

Ven, hazme creer otra vez que soy la reina de un reino que tiene sus fronteras en los bordes de la cama.

Ven y llévame sin rumbo a donde quieras que yo te voy a seguir, porque una vez prometí ir contigo al fin del mundo y tú dijiste que sería un viaje que haríamos de la mano.

Ven amor, ven y no te vayas como la última vez. Que se escapen los aviones, hazlos escapar por mi, porque me necesitas, porque no soportas estar lejos de ese lunar que tengo por encima del ombligo.

Y no te engañes, no es como yo, ninguna va a ser como yo. Éramos el frenesí de la vida, no nos paraba ni un tornado porque nosotros éramos su epicentro. Yo te hacía rey y tú a mi me hacías todo.

Que no te engañes amor, que soy yo la tiene todas las claves de tu corazón, la que se conoce tu boca sin pérdida y la que te lleva al cielo sin alas.

Lo has intentado y me ha dolido. Pero tus intentos, mucho me alegro, han sido nefastos, de pena. No van a reemplazarme y lo sabes.

Huiste de mi porque a veces no podías abarcar todo lo que éramos. Te sentías incapaz, pero lo que te faltaba era liberarte completamente y eso justamente fue lo que te dio miedo. ¡Serás cobarde! Pero no pasa nada, te lo perdono, porque yo también he intentado reemplazarte pero nadie sacia mis ganas como tú.

Así que el día menos esperado ven y conquístame, que yo me dejo llevar.