sábado, 31 de marzo de 2012

Chico Beatle


- ¿Qué es esto?
- ¡Ábrelo!

- Ay, ¿pero qué es?
- No seas pesada, ¡desenvuélvelo!


Eran las seis de la tarde, el día no me acuerdo.
Diana era mi amiga desde... desde siempre. Nacimos el mismo día, en el mismo hospital., yo unas horas después Nuestras madres se conocieron allí y desde entonces somos. ¿Qué somos? Pues es que tampoco sé bien como decirlo, la amistad se nos quedo corta el día que ella salió a defenderme en una pelea, ¡me llamaban gafotas! Le rompieron un brazo, y yo, me rompí otro rodando por las escaleras para hacerle compañía. 
Somos muy idiotas, pero nos queremos.
Se podría decir que somos... ¿hermanas? Sí, es algo así, hermanas no de sangre, sino de corazón.

Ese día, a las seis de la tarde yo vi como desenvolvía atacada por la adrenalina un regalo que no venía por ninguna fecha especial.

- No.
- ¿Cómo que no?

- ¡No! Carlota... ¡Es genial!

¿Qué que era? Una camiseta de los Beatles.

- ¿Por qué?

Me preguntó.

- Para que encuentres a tu chico Beatle.
- ¿Mi chico Beatle?
- Sí, ese del que me estuviste hablando. Ese que sabes que te espera en algún tropiezo por la calle. Ese que dijiste que al día siguiente de conocerte te buscaría por toda la ciudad sin encontrarte, porque tú, canalla, haciéndote la misteriosa no le dirías ni siquiera tu nombre. Te buscaría todos los días y tú, al final, también. Y os encontraríais otra vez en un tropiezo y él te diría “Te estaba buscando” y tú a él “Y yo”, ¿recuerdas que dijiste que se os atragantaría un beso justo en ese momento? Dijiste también que ese chico sería un flojucho, un espagueti andante, y tú te reirías de él diciéndole eso ¡canalla otra vez! Me contaste que tendría el pelo rebelde y le caería sobre la frente, que le encantarían las camisetas sencillas y cogerte de la mano. Le describiste como una sonrisa todo el día en “on”. Como un soñador sin limites. Tendría una lista de lugares a los que ir contigo y te contaría que te soñaba desde hace mil años, por lo menos. Y un día, te dejaría sus cascos de moderno y descubrirías a los Beatles sonando, quizás con “All my loving” o “Love me do”. Pero dime Diana, ¿cómo te va a reconocer tu chico Beatle sin una camiseta como ésta?



Por si tenéis curiosidad de ver que llaveros han solicitado, dejo fotos de algunos de los pedidos.
Recordad que seguiré cosiendo si me lo pedís, el cómo hacerlo se encuentra en la entrada anterior.



(tener una camiseta de los Beatles era uno de mis propósitos este año)

martes, 27 de marzo de 2012

Cositas artesanales

¡Hola! No quería dejar esto sin actualizar mucho tiempo, así que traigo una tontería. Pero bueno, es lo que pasa cuando la inspiración se va de viaje un par de semanas.


Entre mis propósitos de 2012 está "Hacer 5 manualidades", ¿por qué? pues porque de pequeña siempre lo intentaba pero nunca lo conseguía. Y ahora os presento la segunda manualidad ¡llaveritos hechos a mano!


(si haces clic en la foto, puedes verla en grande)


Bueno, pero eso no es todo, yo quiero tener contacto con todos los que se toman la molestia de leer mi blog regularmente y a veces comentar para darme ánimos. Así que he decidido hacer unos cuantos llaveros por encargo. ¿Cómo? muy muy fácil, solo hay que escribirme un correo a isfacle@hotmail.com siguiendo estos tres pasos:


1- Me dices que modelo de llavero quieres y el color
2- Me pones la dirección a la que tengo que mandártelo
3- E incluyes tu nombre y las palabras "Hola" y "Gracias" en el mensaje


Rápido y sencillo ¿no? ¡Y sin costes adicionales! jajaja
Además he comprado telas mejores que las de la foto para evitar que se rompan pronto.
También podéis mandarme peticiones especiales con otras formas a parte de las que salen en la foto como por ejemplo: una nota musical, un gatito, un rectángulo con tu nombre, ¡y todo lo que se te ocurra! Yo prometo intentarlo.


¿Y por qué esto? Pues porque tengo ganas de agradeceros las sonrisas que me sacáis, además hacer llaveros me entretiene mucho.


¡Ah! Puede ser que no lleve a cabo todas las peticiones, por ejemplo, si me llegan 20 peticiones y cuando ya he hecho 12 me he cansando, pues dejaré de hacer (avisaré si eso pasa), pero no me voy a forzar, a mi las cosas solo me salen bien si las hago con ganas ¡y no os voy a enviar una cosa fea!


Y ya termino.


Muchas gracias por todo, ya somos 150, es genial, estoy contentísima.

domingo, 18 de marzo de 2012

¿Te imaginas tener miedo al amor?



El 21 de marzo llamó la primavera a todas las puertas.

Sol inquieto y travieso despertó a Bibiana cayéndose en sus párpados. Bibiana se dio media vuelta mostrándole la espalda y los lunares que habitaban en ella, Sol siguió insistiendo y ella enfurruñada puso los pies calentitos de la noche en el suelo frío de la mañana.
Olía a primavera recién nacida, a verde bebé.
Bibiana vivía en lo alto de un edificio rojo con las ventanas blancas. Las cortinas siempre dando paso a la luz y un sillón con manchas de vaca enfrente del ventanal para ver llover y a veces, nevar.
Hoy Sol se había tomado la libertad de colarse por ese hueco para dar los “Buenos días” y decir “¡Eh, mira, ya estoy aquí, primavera me ha traído!”

Mientras se desperezaba, el vestido de flores empezó a gritar desde el fondo del armario.
Bibiana se asustó un poco (siempre asustada) y se acercó tímida (siempre tímida), abrió las puertas con las manos temblorosas y empezó a apartar ropa buscando la voz que gritaba. Vestido de flores respiró profundo y apareció al final de la montaña. “Sácame, Sol me llama”.

Si lo que Bibiana tenía en la cara no era una sonrisa, no era nada.

- Un zumo de naranja, colado, por favor.

Gâteau” era la cafetería de los asientos azules y el rotulo blanco, parpadeante.
Aitor era el camarero de uniforme verde y ojos negros que siempre le traía sus zumos y un par de galletas.

- Regalo de la casa para la chica del vestido de flores.
- Gracias.
Bibiana era una camaleón fallido, intentaba camuflarse en su asiento, pero el rojo de sus mejillas no se parecía nada al azul.

- ¿Cómo te llamas?
- No lo sé.
Siempre era igual, él llevaba dos años preguntándole su nombre y ella nunca lo sabía.
Aitor se sentó justo delante y se acercó mucho mucho.

- Me llamo Aitor, encantado.
Aitor le sonrió como queriendo arrancarle el corazón.

Cof, cof”.

- La jefa me llama, después seguimos hablando. Me encanta tu vestido.
Bibiana tenía los mofletes rojísimos e hinchados de zumo, se había quedado petrificada. Solo oía el boom-boom de su corazón ansioso, y la pierna derecha empezó moverse, saldría corriendo de allí, pero aunque su pierna derecha se movía, la izquierda estaba como sus cuerdas vocales, totalmente inmóvil.

Cuando fue a levantarse, Aitor llegó tan inquieto y travieso como Sol esa mañana y se sentó para dejarle otra vez sin una reacción válida.

- Espero que no tengas planes porque mis patines me han dicho que si no sales hoy conmigo seguramente mañana ya no viva, y dime ¿quién te va a dar galletas si no soy yo?
Bibiana podría haber muerto justo en ese momento. ¿Qué hacía cupido en su vida? Lo echó hace muchos años atrás, cuando le rompieron el corazón por enésima vez.
Tenía miedo de todo aquello, del amor, los chicos y las flechas de ese maldito ángel que no sabía elegir.
Pero la herida estaba ya hecha y su corazón le gritaba mientras sus oídos se negaban a escuchar que quizás ese chico, el de los patines y la sonrisa huracanada, fuera el alcohol que necesitaba para cicatrizar.

(elige la opción que prefieras)



(primera opción)

- No sé montar en patines.
- Genial, yo tampoco.

Le cogió la mano y la sacó corriendo de ahí.
Bibiana tenía un tsunami en su interior.
Aitor le puso los patines y ella miró como sin ningún disimulo él tocaba su pierna y se mordía los labios.
¿Qué hacían otra vez las mariposas en su estómago? ¡Las exilió de su cuerpo hace muchísimo tiempo! No tenían permiso para volver, pero volvieron.

- ¿Quién eres?
Dijo Bibiana muerta de miedo mientras intentaba torpemente patinar.

- El camarero que te cuela el zumo y te regala galletas todos los martes, jueves y sábados.
Aitor se levantó y empezó a patinar hacia ella.

- ¡Eh, si sabes patinar!
Aitor rió y la cogió en brazos.
Bibiana estaba en lo alto y su vestido de flores se subió un poquito más allá de los muslos.

- ¿Sabes quien soy?
Preguntó Aitor dejándola en el suelo otra vez.

- No.
Dijo Bibiana bajándose el vestido rebelde.

- Soy lo que no buscabas.
Bibiana frunció el ceño.

- Soy lo que no quieres que sea.
Bibiana torció el labio.

- Soy a lo que tienes miedo.
Bibiana bajó la mirada.

- Soy el que te va a enamorar.
Las piernas de Bibiana flojearon.

- ¿Y quién eres tú?
Preguntó Aitor.

- No lo sé.
Dijo Bibiana.

- Nunca lo sabes...
Susurró Aitor.

- Es la verdad.
Susurró ella también.

- ¿Cuando te perdiste?
- Hace mil noches atrás.
- Iremos a buscarte.
Bibiana por fin le miró directamente a los ojos.

- ¿Por donde empezamos?
- Por el cielo.
- ¿Cómo llegamos al cielo?
- Volando.
Bibiana sonrió.

- ¿Sabes volar?
- Tú me haces volar.

(segunda opción)


- No me gusta patinar.

Bibiana salió corriendo de aquella cafetería.
Quizás fuera el alcohol que necesitaba, pero igualmente haría daño. Aunque curara, dolería.

Bibiana se fue con su vestido de flores y un mal trago.
No estaba preparada para eso. Nunca lo volvería a estar.
Con el amor rajándole las venas, huyó.
Cupido no volvería molestarle, se hizo esa promesa. El único día que cerraría las cortinas sería en San Valentín. Hacía mucho que no lloraba, le costó olvidar como se hacía y no quería volver a aprender.

No se consumiría más en camas ajenas. Nunca le romperían más vestidos. Su carmín no se quedaría de turista en pieles extranjeras, era un destino prohibido. Los huesos de su cuerpo no querían calarse de más noches sin fin.

Otras sábanas le asqueaban.

Salió corriendo y cerró de un portazo su corazón. Nadie volvería a hurgar en él. Nadie.

Mañana saldría a buscar otra cafetería en la que no le regalaran galletas, en la que nadie le preguntara su nombre ni le invitara a patinar.

sábado, 3 de marzo de 2012