jueves, 24 de marzo de 2016

Pasea por esas calles y pasearás por entre mis raíces.

Últimamente no puedo parar de imaginarte en los lugares que me componen. En los valles, playas y calles que me han hecho ser. No puedo parar de verte en ellos conmigo a tu lado mientras te señalo copas de árboles, casas en ruinas en las que me he colado y olas que quiero chocar si tú también te enfrentas a ellas. Y nos contemplo como a un cuadro y me encajas tanto. Tú no eres de mis lugares pero sí eres como el forastero que se gana la familiaridad del condado en 24 horas, con la diferencia de que aquí te sobran 23. No eres de allí de siempre pero lo eres desde ahora y a partir de este momento todo tiene un color diferente.

Aquí hay muros enormes, memorias de guerras anteriores. Intenté escalar esos muros por mi sola tantas tantas veces y siempre llegaba más alto pero me caía y cada vez dolía más. Hasta que no te imaginé allí, delante de esos muros, que tú no ves pero estoy segura de que sientes, no comprendí que necesitaba a alguien con quien destruirlos, no escalarlos o sobrevolarlos: destruirlos y no dejar ni el rastro.


No eres de allí, ni eres de mi desde siempre pero lo eres desde ahora y todo es tan igual, tan pausado en el tiempo, pero diferente.


lunes, 7 de marzo de 2016

Guía de huracanes.

Torbellino, te voy a explicar algo:
Para la formación de un huracán debe producirse una acumulación de tormentas. Es imprescindible que vengas y vayas, y a tu paso por mi vida provoques tormentas, hasta eléctricas. Una vez calada hasta los sentimientos que ni siquiera sabía que podía sentir nuestra electricidad se da un baño en aguas cálidas. Hay que darle calor a estos corazones con demasiado frío.

Una vez cogida la temperatura, las aguas y la electricidad comienzan a mezclarse mientras se elevan. Es un ritual, tú vienes y vas y esta vez yo voy contigo. Así sin evitarlo nos vamos por otras atmósferas y la presión de vivir fingiendo disminuye. No faltan los problemas, jamás faltarán los problemas que nos choquen y nos hagan girar. Quizás te marees, quizás sea yo la marea y esta forma de querernos se nos inunde de demasiadas cosas que pesan pero tú me coges de la mano, yo dejo que me la aprietes y todo parece importar menos.

Pasamos al lado de todo lo que nos preocupa y lo devoramos porque juntos tenemos la velocidad necesaria para quedarnos solo con lo necesario. Tú me besas y yo te beso aún más. No siempre cierro los ojos y tú tampoco. Me gusta ver el ciclón en tus pupilas. Me gusta la velocidad a la que nos movemos.

Torbellino, así es como te conviertes en huracán.