lunes, 11 de abril de 2016

Pueblitos: Buitrago de Lozoya

No soy de ciudad, lo tengo comprobado. Mucho menos de Madrid, la ciudad madre.
Llevaba unas semanas sintiendo que necesitaba desintoxicarme de forma urgente así que como solución Alejandra y yo pusimos rumbo a un pueblito de la sierra de Madrid, llamado Buitrago de Lozoya. Había visto recomendaciones de ese sitio y la verdad, lo que me convenció fueron las fotos de la muralla y el río. Qué ganas de verlo. ¿Os venís conmigo?

Ir fue bastante fácil, desde Plaza de Castilla cogimos un bus y en hora y media estábamos allí. La sensación al bajar al bus fue de haber escapado.
Lo primero que hicimos fue ir a un museo que tenía 60 obras de Pablo Picasso ¡totalmente inesperado! Después de eso simplemente comenzamos a pasear.
El pueblo está rodeado por el Río Lozoya y conforme íbamos recorriendo más calles y viendo los muros de piedra, una sensación de paz llegó sin dejarle sitio al agobio de la urbe. De repente respiraba tranquila y ahí fue cuando me di cuenta de cuánto lo necesitaba.



La verdad es que ver las montañas me hace sentir desenjaulada. Sé que en algún momento de mi vida no podré vivir sin verlas cada día.



Los impresionante de este pueblo es que conserva íntegro su recinto amurallado de origen musulmán (siglo XI). Y como si fuésemos vigilantes de la época, nos podíamos subir a la parte alta del muro que contaba con una pasarela. Por el camino nos encontramos con varios gatetes, el Castillo y el Alcázar.



Mientras seguíamos avanzando rodeando la muralla vimos una bajada que nos dejaba a ras del río. Sin dudar bajamos. Eso sí que fue increíble. No sé bien ni cómo describirlo. Tocar el agua y escuchar el sonido de la corriente fue como volver a respirar profundo. Necesito demasiado la naturaleza, cada año que pasa más y más. Las sensaciones que me aporta no me las da nada ni nadie más.



El resto del día fue seguir recorriendo el pueblito, llegar a parques, miradores, hacer fotos, reírnos... También comimos en un restaurante situado al lado de la plaza central. Los camareros fueron muy simpáticos, habladores y la comida espectacular.



   


La verdad es que espero impaciente volver a la sierra de Madrid, en el bus de ida vi muchos pueblitos más que me apetecía visitar, así que dentro de poco haré otra escapada, aunque no sea por pura urgencia como esta.
Buitrago me encantó en su totalidad, me vi viviendo en una de sus casitas en las que el jardín tiene vistas al río. Me vi paseando por allí a mis futuros perretes y bañándome en el río en verano.

Cuando llegué a casa intenté condensar en un texto las sensaciones de escapar y encontrarte con lo natural de nuevo. Y aquí está, con muchas más imágenes del pueblito:


Espero que os haya llegado un poquito del aire fresco y el ambiente descargado que allí se respiraba. Si es así, quedas invitado a la siguiente escapa.
Mientras, nos vemos por aquí.