domingo, 1 de noviembre de 2015

Satélites en órbita

Era muy de madrugada cuando Sputnik -mi amor- apareció de nuevo por el borde del abismo.
Era muy -aún más- de madrugada cuando volví a decidir rescatarle.
Era muy -ya tan- de madrugada que la luna estaba tenue cuando Sputnik me miró con esos ojos infinitos que te recitan literatura.
Era ya -casi- un amanecer cuando Sputnik se acercó a mi yo inmóvil contemplativo de su atmósfera, como si yo fuera un satélite y Sputnik la estrella, y me dijo que ya estaba todo listo para amar de nuevo.
Era ya amanecer cuando Sputnik se fue, de nuevo, pero esta vez ya no por el borde, y ya ni siquiera por el abismo.


*para g. por ser la especie más rara de co-autor

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