lunes, 29 de diciembre de 2014
lunes, 22 de diciembre de 2014
"te quiero cerca"
Me gustaba porque se le olvidaban las
cosas malas y yo estaba llena de ellas. Así, por momentos me sentía
bonita de verdad, cuando me miraba y llevaba escrito en los ojos un
“te quiero cerca”.
También me gustaba cómo me cogía de
la mano y hacía que todas la calles fueran un buen lugar por donde
no hacer planes. La forma que teníamos de improvisar y ya no saber
hacer otra cosa que no fuera quemar momentos.
Siempre tuve envidia de su sonrisa, a
veces me ponía de los nervios cuando sonreía por ver un cachorro, o
una farola que se encendía justo al pasar (también cuando se
apagaba), o cuando llegaba nuestra parada antes de lo esperado y
cuando nos pasábamos por estar queriéndonos. Sonreía casi más que
respiraba e intentaba hacerme creer que yo también era capaz pero
ambas sabíamos que eso no era así. Al principio sonreía siempre
que ella lo hacía y así casi me creí que yo podía hacerlo de
verdad, pero un martes dejé de sonreír por todas sus sonrisas y
supongo que ahí se me rompió el amor. La quería, no pienses que
no, la quería hasta estallar, la prefería a la soledad y dejaba las
series a medias para llevarla a la cama y quitarle sus medias hasta
completarnos. Pero de repente dejó de ser necesaria a las cuatro de
la madrugada, luego a las tres, a las dos y los martes. Sobre todo
los martes.
No sé por qué esto fue así, ella
estaba tan preciosa como siempre pero yo ya he dicho que soy un
cúmulo de cosas malas. Mantener mis preferencias estables nunca fue
mi fuerte y eso me hace débil. A veces no sé vivir sin alguien
respirándome en la nuca y otras preferiría que nadie respirara.
Quizás debería enamorarme de verdad y así, por fín, curarme o
terminar de morirme de una puta vez.
La adoraba
pero ya no.
Lo peor
es que mientras ella llora
yo lo llevo bien.
Supongo que mi desinterés por su
tristeza
me hace mayúsculamente egoísta.
Pero de verdad
que en mi no produce ni un solo rasguño
ni una sola de sus lágrimas.
martes, 9 de diciembre de 2014
b.
Yo iba huyendo de las distancias
porque no me gusta eso de vivir echando
de menos,
pero hay personas imparables
que sin embargo nos paran todos los
tiempos
verbales,
reconstruyéndolos.
Y de repente siguen habiendo pretéritos
pero ya nunca son imperfectos.
Qué decirte que no te hayan dicho ya
los terremotos que me provocas,
verte fue como estallar y sentirme más
entera que nunca.
Eras tan increíble
que le di la vuelta
y te creí todo
(para mi)
hay sonrisas,
que llevan nombre