Creo que lo peor que me han dicho en la
vida es “controla tus sentimientos”.
Como si pudiera permitírmelo.
Que ojalá eso de ponerte límites
fuera tan fácil como salir un viernes por la noche y dejar que te
amanezca el sábado, pero es que mis sentimientos siempre han tendido
a controlarme y la única vez que conseguí dominarlos, me
abandonaron. Me huyeron. Y ahí aprendí que son libres, y si los
dejaba ser yo sería con ellos.
Mira, podría hacerte una lista de
cosas a las que no todo el mundo puede sentimentalmente sobrevivir.
Una lista de cosas que son una mierda:
Estar triste
Sentirse sola
Estar rota
Estar destrozada
En putas ruinas
Sin sonrisa
Sin su sonrisa
Sin él
Sin helado de chocolate
Sin helado de galleta
Sin helado
Sin más paciencia
Con la reserva de fuerzas al mínimo
Agotada
Que el arte ya no te apasione
Que no te apetezca viajar
No querer hacer una maleta
Que Neruda ya no sea capaz
Que ya nadie sea capaz
Darte con el meñique en cualquier
maldito mueble
El autobús que se te escapa día a día
El dolor de cabeza cuando te pasas toda
una noche llorando
No poder llorar más y necesitarlo
Que nada te genere adrenalina
No saber explicar qué putas te pasa en
la cabeza
O en el corazón
Enamorarte
Y no desenamorarte nunca
Pero a pesar de lo que puedas creer,
hay algo peor que sentir todas esas cosas, y es no sentirlas. No
sentir ni siquiera que estás vacía. No tener capacidad ¿sabes? No
saber nada de ti. Si eres libre, si no lo eres. Si quieres levantarte
o seguir durmiendo. Si te apetecen tostadas, si no.
No sé cómo decirte, cómo explicarte.
Nada te apasiona y nada te desagrada. ¿Y qué haces entonces? ¿Qué
eres? ¿En qué te conviertes cuando todo te es indiferente?
Entiéndeme, no sentir es como pasar
por la vida sin hacer ruido aunque grites muy muy fuerte.
Que tus gritos no suenen ni a silencio.
Que nada se rompa contigo.
Que tú hecha pedazos, tropezando
contra el suelo, no retumbes.
Que ni gemir, ni susurrar, ni reír, ni
bailar, ni llorar, ni rugir, ni tararear, porque bueno, no suenas así
que ¿qué más da?
Lo siento, pero la próxima persona que
me diga que no haga ruido mientras vivo, le gritaré tan fuerte que
el mundo se le ensordecerá. Y ahí, entonces, lo entenderá todo.