viernes, 22 de febrero de 2013

León.

La primera noche que nos encontramos saltaban chispas entre nosotros dos y yo qué podía hacer si no era dejarme prender. La verdad, no debía estar muy cuerda cuando me dejé caer en tus garras, pero es que los rugidos al oído inducen a locuras. Después de eso, planeamos sin palabras, no volvernos a ver. Pero los planes se rompieron y ahora estamos aquí, desayunándonos y hablando por primera vez de futuro, o algo parecido. Me calla diciéndome que le dan igual los tiempos, que lo único que quiere es el presente que le estoy dando y sinceramente, yo también. ¿Para qué complicarnos? ¿Para qué acelerar el ritmo a este rock lento si a este compás estamos bien?

Anoche llegué sin avisar, como siempre, y como nunca, nos hicimos el amor poco a poco. Ahí fue cuando algo cambió. Habíamos dejado de golpear las paredes con la parte más salvaje que teníamos, con esos leones que nos gustaba ser juntos y vaya, que bonito fue pausar el mundo para nosotros y pasar de encontrarnos a querernos encontrar. 
Acabamos agotados pero más por el esfuerzo emocional que por otra cosa y el sol salió al cabo de unas horas.
Cuando me desperté todo estaba en calma, no notaba las prisas y tampoco tuve ganas de huir como otras tantas veces.
Él despertó con suaves rugidos y se acercó con sus aires de León. A mi se me escapó el primer "te quiero" y él me miró sonriendo con los ojos, diciéndome: déjame fotografiarte, que nunca tuve al sol tan cerca.
Y me fotografió sin saber que a la vez, fotografió el instante en el que nos volvimos tremendamente locos el uno por el otro.

martes, 12 de febrero de 2013

Tormento



Yo era de esas chicas a las que les gusta la lluvia y tú eras como una tormenta, por eso fue imposible no amarnos. Pero siempre tuve miedo de perderte... de que tus truenos me erizaran la piel por última vez. Cuando te ibas con tus relámpagos a otra parte, yo lloriqueaba lluvias endebles que quedaban muy lejos de tu ferocidad. Una noche de esas me cazaste y me dijiste:
“Te quiero a mi lado no para siempre, pero si todo el tiempo en el cual seamos capaces de hacernos más felices que daño.”  
Y si cuento ésto en pasado, es porque ya formas parte de él. Te fuiste rápido y yo me di cuenta de que eras más tornado que tormenta, porque me destrozaste y aquí sigo, reconstruyéndome sin mucho éxito. 


Afortunadamente, ya no me gusta la lluvia.