Mayo es mi mes de exámenes finales, la última recta del curso. Además tenía varias reuniones y compromisos, así que el mes se me presentaba como "já, a ver cómo puedes con esto". Y a mi se me ocurrió aplicar el optimismo.
Lo mejor de un día a veces es algo que recordaré toda la vida, otras es algo que si no fuera por este vídeo ya se me habría olvidado. Se trata de eso, de llegar al final del día y pensar "de lo que ha pasado ¿qué me hace sentir bien al recordarlo?". Y hasta la cosa más insignificante deja de serlo cuando marca la diferencia.
Os invito a hacer este ejercicio de optimismo. Haced una lista con la cosa buena de cada día y sonreid al comprobar lo afortunados que sois de que os pase todo eso.
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